En Texcoco, “el rey poeta” está presente en su legado. Visitar la zona arqueológica y los parajes que formaron parte de su señorío es rendirle homenaje y recordar su obra.
Todo el año
- Disfrutar de la arquitectura decimonónica en el Parque Nacional Molino de Flores (Carretera a San Miguel Tlaixpan km 3.5, Centro. L-D 8 a 18 h, T 59 5955 6018).
- Caminar en los espacios habitados por Nezahualcóyotl, “el rey poeta”, en las zonas arqueológicas de Tetzcotzinco (Cerro de San Nicolás Tlaminca. M-D 10 a 17 h) y Los Melones (Calle San Francisco s/n, pueblo San Luis Huexotla. M-D 10 a 17h).
Probar una de las mejores barbacoas del país en alguno de los locales de Barbacoa El Pica (Av. Tepetitla s/n, La Purificación. V-D 8 a 17 h, FB @barbacoaelpica).
Hotel La Mansión del Quijote (Carretera Molino de Flores km 2.5. T 595 954 4619, FB @lamansiondelquijote)
Texcoco nos recuerda que nuestras raíces están bien plantadas en la tierra y en la naturaleza. Es un lugar para tener presente que lo más básico y elemental es lo que nos mantiene vivos; es un sitio que se recorre a pie y se disfruta con todos los sentidos.
Con el gusto y el olfato, saborea uno de los platillos típicos del Estado de México: la barbacoa; la más rica se sirve en El Pica. En un pozo de ladrillos bien calientes, se colocan las pencas de maguey con las que se envuelve el borrego que se cocerá durante 12 horas. El resultado es una carne sabrosa y suavecita, servida con tortillas y salsa. Memorable. Este restaurante es tan famoso que los lugareños lo llaman “El Disneylandia de la barbacoa”.
Para gozar con la vista y el oído, dirígete a un lugar lleno de historia: el Parque Nacional Molino de Flores. En el siglo XV, formó parte de los terrenos que disfrutaba Nezahualcóyotl; en el XVI, se aprovecharon las aguas del río Coxcacoaco para el teñido de telas y se construyó el molino de trigo que le dio su nombre. Se sabe que fue una importante hacienda pulquera y después del reparto de tierras tras la Revolución, el presidente Lázaro Cárdenas lo expropió en 1937 para el disfrute de sus visitantes. En la hacienda existen varias estructuras sin restaurar como el tinacal, el molino, la tienda de raya, la casa principal y la de visitas, el horno de pan y la capilla del Señor de la Presa. Son 60 hectáreas para imaginar cómo debió lucir en otros tiempos, escuchar los sonidos de la naturaleza en sus numerosas áreas verdes y divertirse con toda la familia ya sea con un paseo a caballo, probando antojitos mexicanos, asistiendo a una cata de pulque o visitando el aviario.



Muy cerca de ahí se encuentra la zona arqueológica de Tetzcotzinco, donde el rey Nezahualcóyotl construyera sus “baños”, una compleja obra hidráulica con depósitos, acueductos y canales. Visítalo un día de cielo azul y aire claro, entenderás por qué el monarca texcocano eligió este cerro para tener su jardín botánico, descansar y meditar. La naturaleza y la vista se encargarán del resto.