La exhacienda de Tepetitlán no sólo es un lugar para pasar la noche o disfrutar con amigos, también es sede de un proyecto social que beneficia a la comunidad.
La fiesta de Nuestro Padre Jesús, el tercer miércoles de enero, reúne a las comunidades aledañas en este pueblo.
- Pasear en lancha en la presa de Tepetitlán.
- Recorrer la galería a cielo abierto Nuestra milpa milenaria donde más de 35 mosaicos decoran las fachadas de las casas de esta comunidad (Estutempan, San Felipe del Progreso).
- A orillas de la presa Tepetitlán preparar charales recién pescados, cocinados con el mejor sazón mazahua.
- Café mexicano de especialidad en Rosetta Café (Nicolás Bravo 227, San Felipe del Progreso. L-D 9 a 22 h)
- Joyería de plata en el barrio de los plateros
- Una capa o chaleco de lana, teñido con tintes naturales obtenidos en la región y decorado con los motivos tradicionales jñatro
- Hacienda Mazahua (Carretera Ixtlahuaca-San Felipe Del Progreso km 23, Dolores Hidalgo, San Felipe Del Progreso. WA 712 123 6906, www.haciendamazahua.com) cuenta con diversas opciones de alojamiento como habitaciones, jacales para grupos grandes o áreas para acampar
San Felipe del Progreso es el destino ideal para conocer la cultura mazahua y su historia. Se le considera su capital cultural, pues aquí se encuentra el Centro Ceremonial Mazahua.; Ssin embargo, en sus portales, jardines y en el hemiciclo con arquitectura colonial, también se manifiesta su identidad y tradición.
Sus primeros pobladores llegaron en el siglo VII, luego los españoles, y fue hasta el siglo XIX que se le conoció como San Felipe del Progreso. En la actualidad, esta población de profundas raíces indígenas manifiesta su cultura el tercer miércoles de enero, cuando celebra la fiesta de Nuestro Padre Jesús, en la iglesia de San Felipe y Santiago. El atrio se llena de danzantes que a lo largo del día ejecutan la danza de Carlo Magno, de Santiagueros o de Pastoras; el interior del templo se cubre de veladoras, flores y listones que engalanan a cada una de las imágenes que ahí se veneran en un rito lleno de sincretismo.
Después de pasear por el centro y de visitar sus talleres, donde los artesanos trabajan con lana y plata, dirígete a la exhacienda de Tepetitlán, que data del siglo XVIII. Se encuentra a ocho kilómetros de San Felipe, en un lugar privilegiado en el cruce de los canales de riego de esta propiedad, que en su momento tuvo una extensión de cien mil hectáreas.
Norberto Cortés Ríos, su propietario, cuenta que la hacienda estuvo relacionada con las minas de oro de Tlalpujahua, pues los proveía de alimentos. Hace unos años, él y su esposa decidieron darle una nueva vida: abrieron un campamento juvenil y habilitaron un espacio que funciona como hotel y escenario para bodas y eventos; además, tienen un proyecto social en el que la alfarería sirve de motor para apoyar a la comunidad.



Tu paseo no estará completo, si no visitas la presa de Tepetitlán, que baña a once comunidades del municipio, y donde podrás comer una de las especialidades de la zona: los charales preparados con cariño, ingredientes y sazón mazahuas.