Único en el mundo, este santuario es hogar de 80 borricos de distintas especies. Su objetivo es conocerlos, apreciarlos y cuidarlos.
Todo el año. Alrededor del 1° de mayo se realiza la Feria del Burro donde hay numerosas actividades en torno a estos animales.
- Acariciar las suaves orejas de los burros en Burrolandia (La estación No. 6. T 55 4926 7362, L-D 9 a 18 h, burrolandia.mx)
- Visitar la Casa de los Virreyes (Torres Adalid 12, Centro. L-D 10 a 16 h, martes cerrado. T 55 2882 3688)
- Conocer una estación del s. XIX en el Museo del Ferrocarril (Hidalgo 51, La Estación. S-D 10 a 16 h, museoferrocarril.mex.tl)
Endémica (Emiliano F. Montaño 8. L, Mi-S 9 a 19 h, D 9 a 17h. T 55 6880 2573, IG @endemica__mx)
- Cualquier souvenir de Burrolandia
- Objetos del mercado artesanal de los lunes, en la plaza central de Otumba
Copo de nieve, Xoconostle, Tribilín y Bambam son algunos de los burritos que te encontrarás cuando visites Burrolandia, un refugio en Otumba creado por don Germán Flores, quien desde 2006 protege y cuida a más de 80 ejemplares.
Burrolandia es uno de los pocos santuarios en el mundo dedicados a rendir tributo y concientizar sobre esta especie y su relación con el hombre desde hace más de 5 000 años. Don Germán explica que los burros son originarios de África, que fueron domesticados por los egipcios y que a partir de 1521, cuando llegaron los primeros franciscanos a la Nueva España, se convirtieron en un animal fundamental para el trabajo en el campo mexicano por su fortaleza y capacidad de trabajo.
Aunque existen más de 100 variedades, todos se agrupan en tres tipos: el burro gigante o mamut —conocido en México como burro manadero—, el burro mediterráneo italiano o burro diminuto y el burro africano común, el más popular en México.
Don Germán considera que la industrialización provocó que los burros dejaran de apreciarse; ya no se les usa para labrar la tierra ni, en el caso del Estado de México, para acompañar al tlachiquero y cargar las castañas llenas de pulque. Su fama como animales difíciles y tercos es injustificada, afirma: más bien son precavidos cuando detectan un riesgo, como puede ser una zanja o grieta, y no se mueven hasta que estén seguros de hacerlo. Por otro lado, su memoria es extraordinaria: pueden recordar un camino con haberlo transitado una vez, se comunican con otros burros a una distancia de hasta tres kilómetros pues escuchan 15 veces más decibeles, cargan hasta tres veces su peso o el equivalente a una tonelada, y su estómago es más resistente que el de un caballo, al aceptar una dieta más variada.


Burrolandia seguro cambiará tu percepción sobre estos mamíferos peludos de grandes orejas. Convivir con ellos, alimentarlos y acariciarlos también te permitirá apreciar parte de la historia agrícola de nuestro país. Si quieres ayudar a su conservación, don Germán y su equipo te agradecerán que apadrines a alguno de estos animales extraordinarios.