Cientos de comerciantes se reúnen en el tianguis más diverso del Estado de México. Aquí encontrarás de todo: desde hierbas medicinales y fruta de temporada hasta botas, sombreros y guajolotes.
A Paso de Cortés se va por tres motivos: para ver de cerca al Izta y al Popo, para mirar en un día claro lo que fuera el valle de Anáhuac y para disfrutar el contacto con la naturaleza.
Panoaya es un destino que conjuga cultura y diversión. Aquí, Sor Juana pasó sus primeros años y además del museo que le rinde tributo, hay un parque con actividades familiares.
Esta población es hogar de varios artistas y de interesantes museos que albergan desde piezas de vidrio y pinturas hasta una gran colección de antigüedades.
Enmarcado por los volcanes, este pueblo es el mejor pretexto para probar un buen taco de cecina, un mazapán de forma caprichosa y comprar artesanías elaboradas con ramas.
Vestigio de la evangelización de los primeros frailes en lo que hoy es México, esta capilla es reivindicación del arte prehispánico y ejemplo de sincretismo religioso.