Panoaya es un destino que conjuga cultura y diversión. Aquí, Sor Juana pasó sus primeros años y además del museo que le rinde tributo, hay un parque con actividades familiares.
Para disfrutar la hacienda, todo el año. De junio a agosto es temporada de luciérnagas; a principios de noviembre, en Amecameca se realiza el Paseo de la Catrina.
- Pasar el día en Hacienda Panoaya y aprovechar todas las actividades que ofrece (Carretera federal México-Cuautla km 58, Panoaya. L-D 10 a 17 h, 258 a 315 pesos, WA 55 8335 4331, haciendapanoaya.com)
- Visitar el casco de la exhacienda Tomacoco, de acceso libre.
- El Grande Vivero-Café (Atlacantzi, Amecameca. L y M 9 a 22 h, Mi y S 9 a 23 h, J 13 a 22 h, V 13 a 23 h, D 9 a 22 h, T 55 3263 3958, FB @El-Grande-Vivero-Cafe)
Hacienda Panoaya. Además del parque y los museos tiene hotel, spa y zonas para acampar.
Se sabe que en Hacienda Panoaya, Sor Juana Inés de la Cruz vivió sus primeros años. Su abuelo era el arrendatario y ella, sin que su madre lo supiera, aprendió a leer en compañía de su hermana; también estudió náhuatl y se cuenta que se escondía en la biblioteca para seguir leyendo.
Aquí vivió de los tres a los ocho años; en la actualidad, esta hacienda, a un paso del Popo y el Izta, es un museo dedicado a su memoria y legado. Forma parte de una propiedad restaurada a finales de los años 90 en la que encontrarás un museo dedicado a los volcanes, hotel con spa, restaurante y otras 20 atracciones. Lo más bonito de este lugar es que se adapta a los gustos de todos, sin importar la edad o la motivación del viaje.
Si eres aficionado a la cultura, por ejemplo, tienes dos museos y el casco restaurado de la hacienda para pasear por sus patios, habitaciones, cocina y jardines; pero si prefieres disfrutar la naturaleza y caminar, hallarás el laberinto inglés, con sus 5 000 metros, donde al menos pasarás una media hora intentando encontrar la salida; también hay áreas para hacer un picnic así como un huerto donde cultivan algunos de los alimentos que se sirven en el restaurante.
Visitarla con niños es una delicia: está el lago para remar, la tirolesa de 200 metros y los juegos infantiles; cuenta con un pequeño zoológico con crías y animales para acariciar como venados, llamas, cabras, cerdos vietnamitas, becerros y perritos, sin olvidar algunos mamíferos más grandes como jirafas, dromedarios y tigres. Si te gustan los pájaros, en su aviario convivirás con unas 300 especies.
A los niños también les encanta el paseo en tractor y a los adultos, el taller de plantas medicinales; los más activos se entretienen en la ciclopista, el tiro con arco o la pista de obstáculos mientras que los más contemplativos prefieren sentarse a disfrutar.


Pasar la noche aquí también es muy disfrutable. Puedes hospedarte en alguna de sus 32 habitaciones con chimenea y vista a los volcanes. Lleva ropa abrigada y sal a la fogata para asar unos bombones. Por la mañana, échate un chapuzón en su alberca climatizada. Te la pasarás tan a gusto que te darán ganas de volver.